jueves, 3 de diciembre de 2009

CLOUD NINE, DE GEORGE HARRISON



A pesar de ser un ex Beatle, Harrison se encontraba luchando por recuperar su popularidad en los 80… Luego de un fallido álbum solista y del fracaso de la película donde actuaba Madonna y su banda sonora, Gone Troppo, el “Beatle silencioso” se tomó algunos años para recién en 1987 editar lo que sería su último disco solista hasta su muerte por cáncer en 2001 (Brainwashed, editado en 2002, fue posproducido por su hijo Dhani).
De manera que reclutó como coproductor a su viejo amigo Jeff Lynne y a algunos de sus mejores amigos para tocar (como Elton John, Eric Clapton y Ringo Starr) y editó un disco de esos redondos, sin temas-relleno, con perfectas canciones de melodías agradables y sonido moderno.
Sorprendentemente, el nada frívolo, el espiritual y a veces gruñón George de encontró en la cima de las listas de éxito de todo el mundo con Got my mind set on you, canción obligada de cualquier compilatorio de los 80 y de las pistas de baile de la época. Como adelanto del disco Got my mind… mostraba un sonido nuevo, rockero pero con modernas bases programadas y samplers que lo acercaban muchísimo al público masivo como no le ocurría desde hacía más de diez años. Hoy, es tal vez el segundo en la lista de predilectos por los fans, luego del mítico triple All Things Must Pass, su canto de liberación de los fabulosos cuatro de 1970.
Resaltan dos increíbles baladas: Just for a day y Some place else, dos de las canciones más inspiradas del disco y dos de las mejores baladas de toda su carrera, interpretadas desde el alma en cada segundo de su duración.
Algunos han protestado por la impronta del sonido “Lynne” (ELO); sus infaltables coros masculinos de cámara y sus cuartetos de cuerdas con fuerte presencia de violoncelo, pero la verdad es que el contraste de estos detalles con los elementos tecnológicos del disco es uno de los atractivos del mismo. Destacan en When we was fab, donde George describe con humor pícaro sus aventuras de muchacho en la banda de Liverpool, las noches, los impuestos que les quitaban más de la mitad de lo ganado, y, finalmente y típico de su línea de pensamiento, la futilidad de aquella locura y fiebre de fanatismos. Antes de finalizar la canción con un fade out de instrumentos hindúes podemos escuchar casi oculto un corito similar al del final de I am the walrus…
Las letras del disco tienen que ver con lo espiritual, aunque las referencias son mucho más vedadas que en trabajos anteriores, en los cuales llegaba a acercarse a la postura de maestra regañadora desde la religión y el desprecio al mundo material… El costo de esto, aunque a Harrison no parecía importarle demasiado, era la caída de la venta de sus trabajos. Una letra que lo caracteriza desde su alejamiento cada vez mayor de la vida pública, es la de Devil´s Radio, donde habla con desprecio de la chimentería y el daño que ésta produce sobre las personas en general.
Fuerza, melodías pegadizas, ambientes reposados… todo combina en la más perfecta armonía. “Cuando no estoy contigo no soy ni un hombre, sólo un pez en la arena”, canta George sobre la más tecnófila de las bases. Algunas canciones, otro contraste, están adornadas por potentes secciones de saxos como la reposada introductoria Cloud 9 o la imbatible Wreck of the Hesperus.
Pocas cosas me quedan mencionar… una de ellas está entre las más importantes.
La dulce guitarra de George y su sello al tocarla. ¿Cuál sello?
Antes de completar los dos primerísimos dos segundos de la placa entera, escuchamos tres notas desde su Gretsch. De eso hablo. Nada más. Escúchenlo. Está todo ahí.

Cloud 9
That's What It Takes
Fish on the Sand
Just for Today
This Is Love (George Harrison, Jeff Lynne)
When We Was Fab
Devil's Radio
Someplace Else
Wreck of the Hesperus
Breath Away from Heaven
Got My Mind Set on You" (Rudy Clark)


Todos los temas, salvo los indicados, por George Harrison.


PD: Para los que quieran conocer la primera versión del ultrapop hit de Harrison, Got my mind set on you, lo encontrarán en http://www.youtube.com/watch?v=b8f5K_xTKcg


REBELDIA S.A.


Hace tiempo que el rock and roll fue deglutido y nadie duda que a esta altura se convirtió en una mercancía como cualquier otra. Salvo algunas bandas que intentan nuevas y originales formas de autogestión, organización, expresión y reflexión acerca de la experiencia artística, se ha consolidado una especie de círculo del éxito en el cual para triunfar hacen falta ciertos atributos más bien afines con necesidades del mercado que con cualidades o gracias artísticas.
Es probable que allá por los dorados ´60 y ´70 los jóvenes hayan usado esta expresión artística para desafiar cierto orden establecido, además de algunas normas de convivencia social como cortarse el pelo y casarse rapidito. Muchos de los jóvenes de aquellas generaciones cuestionaban toda una forma de producir basada en la explotación y concentración de la riqueza.
Hoy el Rock and Roll es un producto más, que se compra como tal y se vende como tal. Mientras los pibes creen que encuentran su identidad ensuciándose la ropa, tomando cerveza o vino en una vereda o destrozando teléfonos públicos, músicos-empresarios y empresarios-músicos cuentan billetes. El modelo actual de rebeldía es Pity Álvarez, y aparece una vez por mes en la tapa de Espectáculos de Clarín por comer comida en mal estado, hacer bandera de meterse cualquier falopa encima o “estar en cualquiera”, mientras vende la transmisión de la tan promocionada vuelta de Viejas Locas a Canal 13.
Como todo negocio, siempre se busca minimizar costos para conseguir el producto más rentable posible al venderlo. Esta ecuación en idioma “rebelde”, “transgresor” o “rockero” se puede conseguir de las siguientes maneras:

1) Bajando la remuneración que se paga a los músicos (los rockeros consagrados son más caros, pero tocan poco porque ya son conocidos y los nuevos son más baratos pero con necesidad de ser conocidos).
2) Bajando los gastos de publicidad: cuestión difícil, sobre todo teniendo en cuenta que los que producen estos espectáculos, en general, tienen grandes negocios con las agencias de publicidad.
3) Bajando los gastos en infraestructura y seguridad para los asistentes al recital.

Cuando murieron casi 200 pibes en el recital de Callejeros hace ya casi cuatro años, se buscaron durante mucho tiempo los responsables penales de aquella catástrofe. Recién ahora las conclusiones van cayendo hacia la responsabilidad empresaria que es compartida por los organizadores y los dueños del local.
Un nuevo ejemplo de irresponsabilidad y avaricia empresaria ha generado que un pibe de 17 años termine internado de gravedad. ¿A dónde apuntar? A los miembros descerebrados de las Policía Federal, a los que se los nota siempre felices golpeando jóvenes, y la productora FENIX que, por ganar más dinero, organizó un recital de asco.
A disfrutar de la música pero, antes de rebelarse contra las injusticias, pensar un rato de verdad, y ¡a rebelarse con todo!

CHARLY

Este dibujo lo hice hace diez años... cuando alternaba mis estudios de Lic. en Nutrición con hobbies de todos los colores. ¡Qué años locos!